viernes, 19 de junio de 2009


En esta vida todo, pero absolutamente TODO se termina. Y muchas cosas, situaciones, relaciones, actividades (todo eso que implique tiempo y etapas) antes de terminarse se desgastan. Uno no siente lo mismo, no le llegan los sentimientos de la misma manera y hasta hay veces que nisiquiera llegan.
Cuando comienza el desgaste, es un previo aviso de que hay algo que está por cerrarse. Las etapas no son eternas, por algo se llaman de ese modo.
En el momento que se produce esto, uno se ve en la situación de tomar ciertas decisiones sobre qué hacer con eso que nos está pasando, con eso que no está funcionando. Muchas veces se puede alargar ese período de desgaste para darnos más tiempo de pensar qué hacer, de ver si se puede volver a tomar el gusto, a dejar de sentir que eso se siente, pero cuando inevitablemente no se vuelve. Sí o sí hay que decidir, y agarrar las riendas de lo que nos pasa y hacernos cargo.Pero.. ¿qué pasa? A veces esa decisióon que tomamos, que sentimos correcta al resto no lo conforma, lo creen erróneo y hasta puede llegar a lastimarlos. Hay gente, como en mi caso, que es muy influenciable en cuánto a lo que siente el resto. Tanto que si una deciisión jode, o lastima al otro, a uno mismo le hace mal. Uno se siente culpable y egoísta por poner SU deseo sobre los del resto. Y eso confunde, no porque uno no tenga claro lo que está decidiendo sino porque no sabe para dónde agarrar. Si seguir con su posición y tener que bancarse y saber llevar las malas caras, la angustia de la gente, los enojos, la tristeza, o ceder una vez más y ver todo lo contrario, caras contentas, corazones contentos y buenas vibras. Pero...¿quién siente dentro nuestro? ¿quién siente lo que a uno le pasa? ¿quién pone el cuerpo, la cabeza y el alma en lo que se hace? Nadie más que nosotros, y aunque lo este diciendo es dídcil ponerlo en práctica y creer que eso que a los demás no les gusta, es solo un proceso que tienen que pasar para entender la decisión.
Para la persona que elige tampoco es fácil hacerlo. Aunque no se sienta lo mismo, también hay un apego, un afecto, una costumbre de aquello que vamos a dejar de hacer. Cuesta ver que las cosas cambian y los sentimientos cambian. Es díficil verse sin hacer eso que se práctico por ocho años, dejar de ver las mismas caras, de frecuentar el mismo lugar. ES MUY DÍFICIL, pero tampoco se puede seguir con algo por miedo a extrañarlo, o por la costumbre que se crea desde que se empieza hasta que se termina.
No sé cómo sentirme, no entiendo porqué me siento tan mal con mi decisión. No sé porqué estoy llorando tanto si estoy segura. Hay tantas cosas que no sé, solo espero no haberme equivocado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario