¿Saben qué? Hoy creo que la vida sí es justa. Todo estaba excelente, empeoró, me permitió llorar y gritar hasta quedarme sin aliento, y tan sólo unos minutos después, volvió a ser tan perfecto como antes. Me dejó vivir las emociones al máximo y después que las cosas vuelvan a estar bien. Por eso digo, el mundo no es tan injusto como dicen.
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